Cuando hablamos de emigración,
siempre pensamos en aquellas personas que han tenido que dejar su región de
origen en la búsqueda de mejores condiciones de vida, ya sea por motivos
económicos, sociales, políticos, etc.
Este año, en el barrio de Rosales
del Canal, al sur de la ciudad de Zaragoza, 37 niños de tres años, se van a
convertir en emigrantes escolares, porque, al no disponer en su barrio de los
equipamientos necesarios para poder ir al colegio, se les va a obligar a
desplazarse diariamente a más de 5 Km de sus casas, con el único fin de
conseguir una plaza escolar.
Esta situación, pero a mayor
escala, se repetirá en los próximos años si no se pone remedio, provocando que
centenares de niños del sur de la ciudad, emigren hacia zonas consolidadas y más desarrolladas,
en cuanto a colegios se refiere, día a día en la búsqueda de una plaza escolar.
Como es por todos sabido, esta
etapa es muy importante en la vida de los niños, ya que, comienza a construirse
una red de relaciones interpersonales y vínculos afectivos que serán muy
decisivas durante su desarrollo. Por esto, consideramos muy importante que el
niño, tenga por lo menos la oportunidad, de poder hacerlo en su entorno más
cercano, en su BARRIO. Pues a estas
familias de Rosales, se les ha negado
esta oportunidad. Se les ha impuesto un colegio situado muy lejos de su entorno
y en algunos casos muy alejados de la propia realidad social, económica y
cultural en la que viven diariamente.
Desde luego, cuando un emigrante
abandona su hogar, lo hace porque quiere, ya que, nadie le obliga, literalmente
hablando. Pero no es menos cierto que cubrir unas necesidades básicas es razón
suficiente, para tomar esta decisión.
Así se sienten los padres de
estos niños. Obligados a ordenar unos colegios por orden de preferencia, que en
condiciones normales nunca hubieran pensado. Lo normal o lo más habitual en una
ciudad española como Zaragoza, es disponer de varios colegios cercanos donde
poder escolarizar a todos los niños de su área de influencia. Esto no sucede al
sur de la ciudad, área de expansión urbanística, con población joven y unos
índices de natalidad por encima de la media. Esta circunstancia, unida a la
escasez de equipamientos educativos en la zona, hace que las familias piensen,
como mal menor, en mandar a sus hijos a
otros barrios muy alejados, al no disponer de opciones reales para la
escolarización de los mismos, y entender que ésta es una necesidad básica que
los niños deben tener cubierta.
Esta decisión va a provocar que muchas familias tengan que
sacar del presupuesto familiar una cantidad media de unos 200€/mes para poder
llevar a sus hijos a un colegio público, al tener que costearse de forma
obligada el transporte y el comedor escolar. Dependiendo de las circunstancias
de cada familia, esto puede suponer un auténtico ejercicio de arquitectura
económica pudiendo llegar, en el peor de los casos, a suponer una verdadera
exclusión social o la NO ESCOLARIZACIÓN del niño.
Precisamente, hablemos de los
verdaderos protagonistas, los emigrantes escolares…esos niños de 3 años, ajenos
a toda problemática, inocentes y nada responsables de esta situación que se les
va a obligar a tener que ir a un colegio fuera de su barrio, a tener que perder
dos horas diarias en desplazamientos y a estar lejos de sus casas más de diez
horas al día. ¿Qué culpa tienen estos niños para que se les robe de su tiempo vital tantas horas diarias?
Si sumamos todo este tiempo, hablamos de 600h al año que estos niños pierden en
relación con otros de su mismo entorno, que sí tuvieron suerte en su día al
obtener una plaza en el colegio del barrio por un sorteo cruel. 600h que estos
niños no pasan con sus amigos, que no juegan en el parque, que no están con sus
familias, que no pueden aprovechar para descansar, para estudiar,…en
definitiva, para “malgastarlo” en lo que quieran.
La actuación para que esta
circunstancia se normalice, y estos niños no se conviertan en emigrantes
escolares, pasa por un acto de voluntad:
- Viendo los datos reales y objetivos, se necesitan varios colegios en toda la zona para los próximos años, por tanto, si existe el compromiso firme para destinar una cantidad de dinero para este fin, los niños que ahora se ven obligados a marcharse del barrio, podrían quedarse de forma provisional en las infraestructuras existentes, hasta la construcción de este nuevo centro.
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